El primer día
rodamos rápido, medias de 24, 26 y 23 en los tres tramos, con viento
a favor y muy concentrados (al menos yo) de no perder rueda en ningún
momento.
El segundo tramo
rodamos con unos vascos que hicieron que voláramos en ese tramo.
Luego en el control de Spalding creo que salimos antes, aunque les
vimos en algún control más.
Así que, aunque
Javi nos dió más tiempo en los controles que los otros días ;-),
creo que llegamos a Louth dentro del horario previsto (o muy cerca).
En Louth fue en el único control donde hubo problemas de comida, yo
tuve suerte porque conseguí cenar y desayunar, pero Antonio se quedó
sin comida en la cena y en el desayuno (la única diferencia es que
yo llegué las dos veces 5 minutos antes). Le dijeron que estaban
preparando más, pero tardaría unos veinte minutos, que es demasiado
tiempo para esperar. Aunque parezca que 20 minutos no son nada,
teníamos el tiempo tan medido que no podíamos perder ni un minuto.
Esta primera noche
yo no dormí nada, a pesar de estar acostado unas 3 horas, creo que
los nervios y un par de barritas que me comí antes de acostarme no
me dejaron. Pero no me afectó mucho al día siguiente, no pasé
mucho sueño.
El segundo día
también empezó bien, aunque no tan rápido como el primero,
rodábamos bien, en grupo, parando poco en los controles y cumpliendo
horarios. En Thirsk (o fue en Barnard Castle), Juan decidió salir
por delante, porque la noche anterior había dormido mal y quería
llegar pronto a Brampton para que le diera tiempo a dormir bien. Pero
se nos unió Andrey (creo que en Barnard Castle), que después del
abandono de Andrés y Susana no tenía compañía. Así que seguíamos
siendo 6.
Después de Barnard
Castle venía el único puerto de la LEL, el Yad Moss, puerto largo
pero muy tendido que parece que a los ingleses se les atraganta pero
que a nosotros no nos pareció duro.
Pero antes de subir
el puerto, en una bajada por una carretera infame (como muchas de las
que recorrimos) la rueda delantera de mi bici empezó a vibrar y a
moverse. Conseguí frenar en mitad de la bajada y, gracias a los
consejos de David, descubrimos que el tornillo de la potencia estaba
flojo, así que lo apretamos y a seguir. Con esto el problema
disminuyó, pero no desapareció, en las bajadas seguía vibrando la
rueda delantera. Total, que subimos el puerto a buen ritmo, y yo lo
tuve que bajar a unos 8 km/h porque a más velocidad empezaba a
vibrar. Antonio y Javi bajaron conmigo (creo que la bajada más larga
de su vida ;-) y el resto, debido a un malentendido, fueron por
delante. Creo que bajamos más despacio de lo que subimos, pero yo
estaba bastante asustado con lo que se movía la rueda delantera.
Al final de la
bajada estaba el pueblo de Alston, donde Antonio recordó que había
un pequeño control, no había que sellar, pero tenían comida y
cama. Así que decidimos quedarnos a dormir allí, a ver si nos
podían arreglar la bici. En ese control no había mecánico, y un
voluntario lo que hizo fue soltar la potencia y volverla a apretar,
con lo que dejó de poderse girar el manillar sin girar la rueda.
Cenamos y dormimos bastante bien, unas 3 horas creo, y a las 4 y
media (hora de salida habitual), salíamos para Brampton donde
nuestros compañeros no habían tenido tanta suerte porque no
tuvieron cama para dormir.
Comenzaba el tercer
día y los problemas con la bici no se habían solucionado, así que
en Brampton (siguiente control) dejamos la bici a los mecánicos
mientras desayunábamos y nos duchábamos y cambiábamos de ropa
(teníamos aquí la bolsa). No tenemos claro lo que hicieron porque
cuando fuimos a buscarla estaban otros y simplemente nos dijeron que
ya estaba revisada, pero cuando la deje parecía que no les gustaba
el giro de la dinamo de buje y creo que la iban a revisar. Pero no se
si, además, le hicieron algo a la potencia, El caso es que la bici a
partir de ahí fue mucho mejor, hasta 40 por hora no vibraba, así
que con no correr demasiado en las bajadas, sobre todo si el firme
era malo, pude seguir.
En Brampton nos
juntamos otra vez con Agus, David y Andrey y rodábamos los seis
camino de Edimburgo. Y aquí llegó la parte triste del viaje,
entrando en Edimburgo, a la entrada de un carril bici, Andrey se
comió un bolardo y cayó haciéndose bastante daño en un hombro.
Además perdió el conocimiento durante unos instantes con lo que nos
asustamos todos bastante. Con la ayuda de una vecina llamamos a una
ambulancia y estuvimos más de una hora esperando hasta que, viendo
que la cosa además no era tan grave, decidimos que se quedaba sólo
Javi con Andrey y los demás continuábamos ruta. La llegada al
control de Edimburgo fue rara, en principio iba a ser un momento de
alegría, llevábamos la mitad de la ruta, pero después del accidente
estábamos todos tristes y un poco enfadados por la mala suerte de
Andrey, al que le estaba esperando un amigo en el control de
Edimburgo.
Salimos de Edimburgo
con bastante retraso, porque David tuvo que hacer bastantes gestiones
con la organización relacionadas con el accidente, así que
acumulábamos ya un retraso importante.
El siguiente control
era en Innerleithen, después de una etapa con unos paisajes
impresionantes, montañas y valles de ensueño, aunque a Javi lo le
gusten por la falta de árboles ;-). En Innerleithen decidimos
dormir, cuando estábamos cenando se nos unió Javi, que había
esperado a la ambulancia (que tardó un par de horas) y tuvimos una
reunión de replanteamiento de la situación porque íbamos con casi
110 km de retraso sobre lo previsto. Javi confiaba en que podíamos
llegar en tiempo pero había que llevar un buen ritmo, así que
quedamos que quien no pudiese aguantar el ritmo tendría que quedarse
para que el resto pudiesen llegar.
Salimos el cuarto
día con fuerzas renovadas, al menos yo, dispuestos a pedalear por el
bonito paisaje escocés, esta vez rodeados de bosques y por unas
carreteras con un firme mucho mejor que las inglesas. Las dos
primeras etapas nos dio hasta para mantener conversaciones muy
interesantes en grupo, que otras veces era difícil tener. Llegamos a
Brampton y nos duchamos y cambiamos de ropa, que siempre se agradece.
Después de Brampton había que volver a subir el puerto, por el otro
lado y con viento en contra. Al empezar la subida tuve un momento de
crisis mental que Antonio solventó diciéndome “comete una
barrita”, le dije que me acababa de comer una y me soltó “pues a
ver si te hace efecto ya” con lo que se acabó la conversación y
la crisis, había que seguir pedaleando. Esta vez la subida se nos
estaba haciendo bastante dura, pero Javi habló con una pareja de
americanos en un tandem y, según nos adelantaban nos pegamos a su
rueda y nos hicieron volar durante unos kilómetros, hasta que vino
una pequeña bajada y los perdimos. Entonces Javi volvió a coger la
cabeza (que ya no dejaría hasta Thirsk) y yo terminé la subida sin
despegarme de su rueda. La bajada fue un fiasco total, el viento hizo
que no dejáramos de dar pedales en ningún momento hasta llegar a
Barnard Castle.
Aunque yo ya lo
había hecho durante muchos ratos en la ruta, este cuarto día tenía
claro que si quería seguir con el grupo no podía dejar la rueda de
Javi en ningún momento. El desgaste con el viento en contra era muy
grande y yo no iba sobrado de fuerzas. Y eso hice, me mantuve todo el
día pegado a su rueda hasta llegar a Thirsk. Javi llevaba un ritmo
bastante regular que a mi me va bien, aunque para los que venían
detrás, sobre todo para Antonio, resultó demasiado fuerte.
Entre Barnard Castle
y Thirsk, para mi, fue el momento crucial de la LEL. El viento en
contra era bastante fuerte y Javi se pusó delante marcando el ritmo
que necesitábamos para llegar en tiempo. Yo iba justo detrás suyo,
sin despegarme ni un centímetro y lo aguanté bien, aunque más o
menos a la mitad de la etapa empece a notar un dolor en el tendón de
aquiles de la pierna izquierda que no me impedía pedalear pero que
iba aumentando poco a poco. A unos veinte kilómetros de Thirsk yo ya
tenía claro que me iba a retirar porque el dolor del tendón iba en
aumento y parecía algo serio. Pero no quise aflojar el ritmo porque
si me quedaba sólo con ese viento podía tardar horas en llegar a
Thirsk, así que me mantuve a la rueda de Javi hasta el control. Creo
que a unos 6 kilómetros del control Antonio y Agus perdieron
contacto con el grupo, Antonio no podía seguir el ritmo y llegó a
Thirsk muerto, con lo que decidió retirarse también.
En esta etapa hubo
ratos que llevábamos detrás un grupo de hasta veinte que se iban
uniendo. Hubo alguno que incluso nos dio las gracias efusívamente al
llegar a Thirsk por llevarle a ese ritmo.
En Thirsk estaban
Gloria y sus hijas esperándonos, aunque sobre todo a Agus para
cantarle el cumpleaños feliz (Nosotros ya se lo habíamos cantado en
el comedor de Barnard Castle). Gloria me llevó donde la atención
médica en la que una voluntaria me puso una cinta azul en la zona
del tendón, me dio ibuprofenos, me dijo que me los tomara cada seis
horas y que tirara. Pero yo decidí retirarme. La duda que me asalta
desde entonces es si hice bien o no, creo que seguir podría haber
conllevado el agravamiento de la lesión del tendón, tengo una
pequeña tendinitis que me estoy tratando con fisioterapia. Pero, por
otra parte, yo me encontraba bien, había visto que podía aguantar
el ritmo de Javi, lo que no sabía era hasta cuando. No fue una
decisión fácil, pero es la que tomé en ese momento, y creo que no
me equivoqué.
Así que ahí
acababa mi LEL, más de 1000 kilómetros recorridos, 1020,7 según
Strava, y me iba muy contento y muy feliz por la experiencia y por
todo lo que había vivido durante esos intensísimos cuatro días.
Tuvimos una
conversación muy emotiva cuando Antonio y yo les dijimos que nos
retirábamos, pudimos notar la impotencia de Javi porque el plan de
llegar todos juntos a Loughton, por el que llevaba cuatro días
peleando, no se iba a cumplir.
Javi acabó cogiendo
a Juan y llegaron juntos, David también llegó sólo y Agus rompió
el desviador trasero cerca del siguiente control a Thirsk y tuvo que
abandonar también. Pero eso son otras historias, que tendrán que
ser contadas por sus protagonistas.
La planificación de
la ruta, para mi, era perfecta. Sólo la cumplimos el primer día,
luego mi avería y el accidente no nos dejaron, pero creo que, sin
contratiempos, hubieramos podido cumplirla. Ahora bien, al ritmo al
que rodábamos, demasiado lento y en buena parte por mi culpa, no
podíamos perder ni un minuto si queríamos dormir algo cada noche.
Yo llegué bastante
justo de preparación, 3700 kilómetros desde enero, con sólo un 200
oficial, aunque con un par de 300 y varios fines de semana saliendo
tres días seguidos. Pero si todo hubiera salido perfecto, sin
avería, accidente y lesión, creo que podía haber terminado. Pero
en una prueba tan larga todas esas cosas ocurren y hay que contar con
ellas. Para la próxima (que será en 2021 si logró convencer a mi
manager ;-) quiero ir un poco mejor preparado para poder rodar un
poco más rápido.
Sólo me queda
agradecer a los compañeros del Pakefte, a los que rodamos juntos,
los consejos, el buen rollo, la rueda siempre generosa, … y a los
que nos seguisteis desde España, los ánimos, las previsiones
meteorológicas, las cuentas de tiempos, ...
Y a mi familia, agradecerles la paciencia y el apoyo durante los meses de preparación, que han sido duros para todos.
Y a mi familia, agradecerles la paciencia y el apoyo durante los meses de preparación, que han sido duros para todos.
Me quedo con lo que
hemos vivido durante esos días, la convivencia en el grupo, momentos
muy emotivos, conversaciones muy interesantes. Repetiría, sólo por
pedalear con vosotros otra vez.
Aupa Pakefte!!!
Jaime, enhorabuena!! sobretodo por acabar feliz y saber valorar esa experiencia de 4 días! Hay quienes solo valoran los retos conseguidos,lo q me parece un error.
ResponderEliminarYolanda Hdez