martes, 8 de mayo de 2012

Brevet no oficial, 200 kms con puertos, o la Solidaridad

El Pakefte sale todos los sábados, aunque algunos sábados caen en domingo, y también hay kilómetros negros y de otros colores. No todas las salidas se registran para la historia a través de este blog, de hecho la mayoría no se registran, pero hay ocasiones que merece la pena registrar, y el pasado domingo fue una de ellas. 

Aunque los rigores del invierno debieran haber dejado paso a una primavera suave hace tiempo, también es verdad que en los últimos años la primavera se está acortando hasta la mínima expresión. Tanto es así que este año el invierno se ha extendido hasta la primera semana de mayo, y nos dejó un fin de semana frío, quizá el último del año o quizá no. El caso es que, hablando de kilómetros negros, los del sábado pasado fueron más blancos que nunca, ya que todavía pudimos tocar nieve en las cunetas de algún puerto, fuimos invadidos por una blanca niebla en Navacerrada, y hasta una blanca granizada se unió a la ruta en sus postrimerías, si bien de esta pude librarme al abrigo de un puente a la altura de la M-40. Al menos estas monstruosas megaconstrucciones para coches a veces pueden servir como parapeto al frágil ciclista.

El caso es que el blanco es el color de la solidaridad y muchas cosas más (según esta web: http://martamiraalrededor.lacoctelera.net/post/2009/07/28/los-lazos-colores-y-sus-significados) y nunca pudo aplicarse mejor que el pasado fin de semana.



La semana próxima voy a realizar un reto personal relacionado con la solidaridad (Proyecto Covadonga), ya que voy a participar en la clásica ciclista Lagos de Covadonga, y en los dos días posteriores regresaré a Madrid en bicicleta. Serán 600 kms en total como excursión personal en solitario, que aprovecharé para recaudar fondos en ayuda de la investigación sobre distrofias musculares y otras enfermedades raras, a través de la Fundación Isabel Gemio (ver enlace http://ciclocubin.blogspot.com). Quienes me apoyan están "comprando" kilómetros en la web http://www.migranodearena.org/jose-antoniojimenez1. De esta manera me sentiré arropado durante mi expedición.

Yo necesitaba entrenar para este reto, y propuse a mis compañeros del Pakefte hacer una ruta por el norte de Madrid, con puertos (http://bikeroutetoaster.com/Course.aspx?course=389203). Una ruta tan larga y tan dura a estas alturas de la temporada no es poca cosa. Muchos no pudieron apuntarse al reto, y los que lo hicieron, aceptaron de buena gana acompañarme durante una gran parte de la ruta. La solidaridad cobraba una dimensión extraordinaria, por una parte la del Proyecto Covadonga, y por otra la de mis propios compañeros con mi iniciativa.

Así pues, los "kilómetros blancos solidarios" del pasado domingo tuvieron más sentido que nunca.

Nada más salir de casa me reuní con Nicolás. Nos dirigimos a Locademia, donde nos encontramos con Pablo y Marcin. En Colmenar el pelotón engrosó con dos unidades más, Luis y Miguel, y enfilamos el camino hacia Navacerrada. 


La subida a Navacerrada fue tranquila, dejándonos adelantar por muchos grupos de pseudo-pros. El frío y la niebla se apoderaron del ambiente en la cima de Navacerrada, punto en el que nos quedamos solos Pablo, Miguel y yo. Los demás no tenían permisos oficiales para continuar la ruta, así que nos lanzamos a un frío y durísimo descenso deseando que el sol apareciera entre las nubes, cosa que no sucedería hasta muchos kilómetros más tarde. En cuanto abandonamos la carretera principal en dirección a Torrecaballeros decidimos parar a tomar algo. El lugar elegido fue Trescasas, donde tomamos un pincho de tortilla de aspecto mediocre, demasiado hecho, aunque mejor sabor que aspecto. El hambre y el frío estuvieron a punto de hacerme caer en la euforia cuando lo estaba comiendo, hasta el punto de valorarlo con dos piñones, pero mis compañeros me pusieron en la realidad y el consenso final fue de un piñón y medio. Un día hablaremos de la subjetividad de los criterios en función de la temperatura y otras circunstancias de la ruta.

En los toboganes segovianos rodamos en fila india, con poca conversación, en medio de un olor a asado dominguero que invitaba a caer en la tentación, pero teníamos una empresa de mayor importancia ante nosotros, y nuestras carteras tampoco andaban rebosantes de cuartos, todo sea dicho, así que pasamos dignamente por los pueblos, sin detenernos en ninguno de esos tugurios donde se daban cita los todoterrenos madrileños, y nos dirigimos a Navafría, donde llegamos en condiciones dignas.

El puerto de Navafría es largo, pero constatamos que la cara norte es mucho más llevadera que la opuesta. Esperábamos encontrar una fuente, pero pasamos por el pueblo sin verla, y comenzamos la subida. Después de un par de rectas, la carretera se torna sinuosa y se sumerge en un bosque de pinares silenciosos, donde pudimos hablar mucho de la vida, del trabajo y de otras materias siempre interesantes e instructivas. Charla que te charla, llegamos a la esperada fuente a media subida, donde hicimos una reparadora pausa y continuamos la marcha. La nieve se acumulaba en la cuneta, más cuanto más arriba. El paisaje, indescriptible.

En el puerto de Navafría habíamos realizado la parte más dura de la ruta. Sólo nos quedaba el puerto de Canencia. Me sentía pletórico en el descenso de Navafría, con un horizonte espectacular, donde se mezclaban los pastos verdes, ya crecidos, con el colorido de las flores abriéndose paso a pesar del frío y las cumbres de la Cuerda Larga al fondo, todavía con una buena capa de nieve envuelta en nubes fisuradas por los rayos del sol.

El bocata de tortilla en Lozoya, a la hora de la sobremesa, resultó defraudador. Recalentado y aceitoso. No más de un piñón. Pero al menos tenía el estómago lleno e iba bien de fuerzas. Los toboganes de Lozoya pasaron sin pena ni gloria y enfilamos la subida a Canencia, última dificultad del día, con las fuerzas bastante enteras.

La subida al puerto de Canencia es muy engañosa, con muchos kilómetros excesivamente suaves junto al arroyo del mismo nombre, para terminar con tres kilómetros de gran porcentaje, que tras un par de curvas de herradura concluyen en una zona recreativa. Apenas a dos kilómetros de la cima nos encontramos a dos mujeres paseando cuesta abajo que nos preguntan "¿Dónde está el puerto?". "¿Cómo, el puerto de Canencia? Pues... en dirección contraria, como es lógico. A los puertos se sube, no se baja!!". Habían dejado el coche arriba para dar un paseo por los senderos de Mojonavalle, y sin darse cuenta habían terminado en la carretera, con tal despiste que la tomaron cuesta abajo. Menos mal que nos encontraron.

Descenso rápido hasta Colmenar, punto en el que dieron fin a la ruta mis dos acompañantes. Yo seguí pedaleando hasta Madrid (con un paréntesis de cinco minutos bajo el citado puente de la M-40 mientras una caía una intensa pero corta granizada) y finalicé mi reto con éxito, muchas horas después de haberlo comenzado.

Los datos numéricos: 212 kms en casi 10 horas, a 21,3 km/h de velocidad media. Puede verse aquí: http://www.endomondo.com/workouts/53490361

Fue un día extraordinario, en el que me sentí muy apoyado por mis compañeros. ¡Muchas gracias a todos por vuestra compañía durante la ruta!

Todas las fotos en este enlace: