martes, 29 de marzo de 2011

300 de Puertollano

Como me pasó en el 200 de Pueblonuevo, este Brevet empezó unos días antes planificando desde qué quería llevar durante la marcha hasta cuántas horas iba a dedicar sí o sí al sueño en los días previos.

En lo primero me ceñí bastante al guión, pero en lo segundo no fui capaz de dormir más de 6 h y media ningún día de la semana previa. Tengo que mejorarlo.

Pero bueno, la aventura empezó de verdad, de verdad el viernes a las 17:30, en Legazpi, donde solemos quedar para salir por el carril de San Martín pero esta vez para montar bicis y ciclistas en dos vehículos motorizados y dirigirnos a Puertollano.

Desde aquí salimos 7 de los 8 miembros del Pakefte que habíamos decidido participar en el 300. Roberto, Josu, Edu, Agus, Buje, David y yo.

Mientras esperábamos a que llegasen el coche y la furgoneta se formó un buen grupo de taxistas, impresionados, una vez más, por la bici de Roberto. Esta vez Josu fue quien dio todas las explicaciones para alivio de Roberto.

Pronto llegó Edu y empezamos a subir las bicis a la baca del coche, Agus había cambiado las bielas y piñones una vez resuelto el problema del eje de pedalier y, afortunadamente, se había dado cuenta de que tenía que cambiar la cadena por una de 9, haberse dado cuenta de eso en pleno brevet... uf, menos mal.

En un momento llegó David con la furgoneta y pudimos meter las otras 4 máquinas, entre ellas la de Roberto que cupo sin desmontar ninguna rueda, impresionante lo bien que caben las bicis ahí y lo cómodamente que se cargan.

Desde ahí dos horas y media largas hasta Puertollano, hablando de bicis, de lo que nos íbamos a encontrar al día siguiente... fingiendo que no tenemos un hormigueo en el estómago...

Gracias al teléfono de última generación de Roberto llegamos sin novedad hasta la pensión donde habíamos reservado, un tanto sórdida pero limpia, y, total, para lo que la íbamos a disfrutar...

La primera sorpresa al llegara Puertollano es que es mucho más grande de lo que nos habíamos imaginado y que tiene muchos más macarras con bakalao a todo volumen en el coche de lo que esperábamos. Circunstancias estas que empezaron a hacernos sentir que dejar las bicis en la furgoneta a dormir no era tan buena idea. Afortunadamente la pensión tenía un garaje en el que guardar las bicis bajo llave, desafortunadamente nos cobraron por ello pero bueno, un sueño tranquilo no tiene precio.

Una vez pagadas las habitaciones, guardadas las bicis y dejadas las mochilas nos acercamos Roberto, David, Josu y yo al restaurante de la pensión en la que iba a dormir Josu y el resto de la expedición. Estaba a un km y medio y, a pesar de las advertencias de quien nos atendió en la pensión, desafiando el peligro, nos acercamos andando, algo que desde su punto de vista era descabellado. En un rato llegamos hasta donde nos esperaban lo demás, incluido Juan que venía desde Sevilla y Reme que le traía la bici desde Alovera. Como nos habíamos retrasado un poco ya habían empezado a cenar lo que nos vino muy bien para escoger del menú lo que nos recomendaban los tempraneros. En mi caso espaguetis y entrecot. Una vez solventada la cena de víspera, volvimos David, Roberto y yo a nuestro alojamiento localizando el bar “la Bomba” de donde partiríamos al día siguiente. El paseo nos vino muy bien para bajar la cena y después de dejar preparado el equipo del día siguiente nos acostamos para estar listos a las 6 de la mañana siguiente con tiempo para inscribirnos y desayunar sin agobios.

A las 6 menos cuarto suena el despertador y David y yo nos ponemos en marcha, en algo más de 15 min estamos listos para ir a recoger las bicicletas, guardar las mochilas en la furgoneta, montar las luces y resto de gadgets en los manillares y acercarnos hasta el bar. Incomprensiblemente no estoy nervioso y sorprendentemente he dormido de un tirón aunque a las 5:25 ya estaba despierto.

Llegamos al bar a la vez que el resto de aguerridos pakefteros y pasamos a hacer la inscripción eligiendo si queremos o no medalla. Yo elijo “Sí”, para eso soy novato, después Edu, líder indiscutible del grupo, nos pide los desayunos a todos y cuando me acerco a la mesa ya está allí mi café esperándome y poco después la tostada con tomate, francamente buena por cierto. Con eso y unos cereales que ha traído Agus llenamos el buche y nos disponemos a salir. Hacemos foto de grupo, cotilleamos las máquinas que llevan los demás y cuando vamos a salir surge un problemilla mecánico que hace que salgamos unos 15 min más tarde. Me encantó este detalle de un grupo de unos ¿40? Ciclistas entre los que nadie puso mala cara por esperar a solucionar el tema. Mucha broma, mucho chascarrillo y, por fin a las siete y cuarto comenzamos a rodar. Se ven pocos transportines pero muchas potencias invertidas, pedales de montaña, alguna bolsa de manillar...

Enseguida advierto que mi cuentakilómetros no marca y un poco después me doy cuenta de por qué. Ayer, al poner la rueda de noche lo hice al revés y el imán está al otro lado, lo mismo que hice en mi primera Bilbao-Bilbao. El ritmo del grupo es bueno pero creo que puedo parar y cogerles así que aviso, paro, doy la vuelta a la rueda y sigo. Roberto se ha quedado a esperarme y enseguida alcanzamos al pelotón sin forzar demasiado.

Está amaneciendo y la estampa de la refinería, con unas lagunas delante de las que se levanta niebla y el sol detrás es entre apocalíptica y arrobadora, rodamos a unos 28-30 km/h y vamos cómodos, Buje nos anunció que esta gente lleva un ritmo algo superior al nuestro pero que 20 km o así iríamos con ellos, hasta que llegase la primera rampa. Aguantamos un poco más pero hacia el km 30 nos quedamos a ritmo Pakeftero y dejamos que se vayan. Durante estos km hemos rodado dispersos por el grupo, hablando con este y con aquel, oyendo comentarios sobre la bici de Roberto de la que no creían que pudiese andar tanto hasta que lo vieron con sus propios ojos...

Yo sigo rodando bien, contento, el día ha salido bueno al final aunque empieza a hacer un pelín de calor, yo prefiero un poco de fresco, que para algunos será un poco de frío y voy pensando que en el control aprovecharé para quitarme las perneras y el cortavientos. También voy pensando que el culo me está molestando un poco y que tiene pinta de que voy a acabar escocido si en el km 60 tengo molestias pero recuerdo que David me ha ofrecido vaselina por la mañana y que es posible que la lleve encima.

Voy siendo disciplinado en comer cada hora y beber, por lo menos, cada 20 min, ya vi en el 200 que beber, comer y regular es fundamental para acabar bien. Aún así en algún momento Agus me tiene que recordar que vaya “piano-piano”.

Desde este punto y sin novedad llegamos hasta el control de Almuradiel a las diez y cuarto donde cumplo todos los planes menos el de desayunar bien, nos sirven una tortilla realmente infame pero David tiene vaselina y aprovecho para quitarme la ropa que me sobra. Se nota mi bisoñez en que entro en el bar sin el carnet de ruta, sellar es lo primero que debe hacer un Randonneur, desayunar es secundario. Me administro vaselina en su sitio correspondiente y rápidamente empiezo a prepararme. Edu nos mete prisa, se nota que los menos experimentados no entendemos todavía lo importante de no perder tiempo en las paradas. El resto del pelotón, los que iban por delante han ido saliendo del control mientras desayunábamos.

Sin tiempo para enfriarnos y tras unos apresurados estiramientos volvemos a rodar. Yo ya voy de corto, aunque conservo los manguitos y hace un día espléndido. Entre conversaciones y algunas risas van cayendo los kilómetros. Pasamos por unas dehesas preciosas con encinas y hierba verde, verde. Ha debido llover bastante. De vez en cuando vemos charcas o lagunas. Para llegar a Puebla del Príncipe encontramos la primera subida digna de tal nombre del día, al llegar arriba reagrupamos y aprovecho para quitarme los manguitos porque ya empieza a hacer calor de verdad y de hecho llego sudando. Al cruzar el pueblo vivimos una escena surrealista, debe acabarse de celebrar un funeral de cuerpo presente y en la puerta de la iglesia está el coche fúnebre, hay gente con cara de circunstancias a ambos lados de la calle pero cuando pasa Roberto sonríen, alguno le jalea, otros se ríen... por un momento me pasa por la cabeza que se va a levantar el muerto a ver qué pasa.

Después de Puebla del Príncipe y antes de llegar al segundo control tenemos la subida más importante del día que tampoco es para tanto pero vuelvo a recibir una lección útil de Edu:

“Fuera complejos, el plato pequeño está para usarse y no gastar fuerzas a lo tonto”, qué razón tiene. Así, con lección aprendida llegamos hasta Santa Cruz de los Cáñamos, segundo punto de sellaje y lugar elegido para comer, kilómetro 143 de ruta y las 13.30h. Al llegar preguntamos a unos lugareños dónde podíamos comer y nos indican un bar del que sospechamos servicios más interesantes y completos que los que nosotros disfrutamos pero donde nos dejan comer lo que llevamos a los que queremos y nos dan bebida a precios de risa, incluso nos venden una coca-cola de 2 litros que sale más barata.

A Roberto incluso le venden unas galletas rancias que sospechamos que estaban allí desde que la chica que hacía el Show Fontaneda dejó el local.

Aquí descubrimos el secreto que los veteranos nos ocultaban a los novatos y que resulta ser el arroz con leche de Danone, todos llevan alguno. Para la próxima queda apuntado.

Una vez llena la panza, en mi caso de ensalada de arroz y rellenos los bidones de agua mineral, por lo visto el agua de la fuente “no la beben ni los del pueblo” salimos de nuevo a la carretera con intención de hacer los siguiente 100km de un tirón porque según Edu “Sólo se para en los controles” La carretera en este tramo tiene cortes y tramos de “Vía Augusta” vamos, de tierra de la que le gusta a Agus para rodar. Eso le da un toque de clásica a la marcha que pronto queda oscurecido por un viento que entra por nuestras 10 y que Roberto anuncia que será más o menos fuerte y que no nos dejará en 5 horas... como sabe el del parapente, clavó la predicción.

Ensayamos relevos pero sólo cabemos de tres en tres en el arcén y no conseguimos quitarnos del todo el aire, al parecer el único que sabe era Agus que se acurruca a mi lado y dice que va en la gloria.

Aquí, comienza, en torno al km 175 mi crisis personal, flojera, pocas ganas de comer aunque me fuerzo y un dolor intenso en las plantas de los pies, como una sensación de llevar los pies recocidos. La verdad es que agradezco a Agus la conversación que me dio y a Juan el consejo de centrarme en una meta cercana.

En primer lugar decido no mirar el cuentakilómetros en una hora y en el segundo, cuando empiezan a oírse voces disidentes hablando de parar en Valdepeñas, km 194, decido concentrarme en llegar hasta allí, lo hacemos a las 16.25h y paramos en una gasolinera de la salida del pueblo. Allí me descalzo, me bebo un Aquarius y me como dos huesitos que me llaman poderosamente cuando 5 minutos antes la idea de comer cualquier cosa de las que llevo me daba asco y en 15 minutos de parada me quedo nuevo. Es impresionante lo que puede hacer parar un momento, estirar un poco y cambiar el chip. Lo malo es que se me rompe uno de los enganches de la alforja al tratar de enderezarla y lo bueno que Buje me deja un pulpito con el que resuelvo el problema.

Al salir de allí y tras rodar unos km Juan de pronto me da la enhorabuena, no entiendo por qué, pero rápidamente me dice que hemos pasado el km 200 y que ya estoy en récord personal. A Buje le hizo gracia y me siguió dando la enhorabuena en varias ocasiones. Así, entre bromas y tertulia llegamos hasta Almagro, pero para hacerlo tenemos que usar unos 8 km de autovía con señal de prohibido bicis, los del cc Puertollano nos lo habían avisado y por allí nos metemos hasta la primera salida que es la de Almagro donde nos espera un regalo en forma de pinchazo de Edu. Agus y yo aprovechamos lo que tarda en arreglarlo, que es muy poco, pera tumbarnos un rato en unos bancos y es una inyección de vida alucinante, estamos en el km 229 y tenemos el último control a 15 km, en Pozuelo de Calatrava donde nos espera Reme que nos graba en un vídeo que debe ser épico con un resucitado Juan en cabeza. En este tramo hago la tontería del día, nos pasa un paisano en un ciclomotor que a duras penas nos adelanta y Edu salta detrás de él, según nos dijo convencido de que “ Alguno de estos pica” ese soy yo que intento hacer un entrenamiento tras moto, Roberto también lo intenta pero pronto abandonamos y volvemos al grupo.

En Pozuelo, km 243, 19.45h hacemos una parada reglamentaria con sellaje y merienda. Yo me como un bocata de queso que me sabe a gloria y un plátano de los que nos ha traído Reme además de una gominola ultra energética que lleva Buje, el sol esta comenzando a caer y con él la velocidad del viento como había pronosticado Roberto, el descanso, el fresco y la tregua del viento nos dan alas y salimos de Pozuelo como si estuviésemos empezando la ruta, con las luces traseras y el ánimo encendidos “sólo” quedan 57 km y la cosa empieza a parecer que se puede terminar. Descubro accidentalmente el secreto que guardaban los veteranos para la siguiente y es llevar un frontal que permita consultar cuentakm y gps de noche pero esa me la sabía y había llevado uno.

En una subida noto que necesito activarme y poner a trabajar el corazón y me lanzo a plato a por David y Roberto que estaban por delante como habían ido la mayor parte del día, no estoy seguro de que no sea una imprudencia pero la verdad es que me sienta muy bien y me sirve para despertarme. En poco rato comenzamos a encender las luces porque ya está cerrándose la noche y rodar adquiere un toque mágico que yo nunca había experimentado. Es cierto que he probado a rodar de noche por la casa de campo, pero hacerlo en carretera y en grupo es distinto, se oyen grillos, ranas, perros... Pronto las torres de la refinería de Puertollano empiezan a dejarse ver intermitentemente pero lo cierto es que el camino pica hacia arriba durante unos veinte km y a algunos se les está atragantando esta ¿última? Subida. El ritmo baja un poco y rodamos más o menos juntos y haciendo paradas de reagrupamiento cada poco tiempo.

Tras una rotonda en la que nos reagrupamos y una en la que no, entramos en Puertollano pero perdemos a David y Josu que se han quedado atrás, después de una espera infructuosa y una conversación telefónica en la que no nos entendemos bien nos llaman diciendo que están ya al lado del bar “La bomba” y que nos esperaban para llegar juntos.

Allí llegamos y comienzan los abrazos y las felicitaciones, entregamos los carnets de ruta y cenamos para enfrentar las dos horas largas de vuelta. Primero sale el coche de Edu y los de la furgo nos lo tomamos con más calma. Josu se duerme nada más sentarse y David y Roberto se turnan para conducir. Infinitas gracias a los dos, yo intenté mantener una conversación fluida con los conductores pero lo cierto es que cabeceé bastante.

Alrededor de las 4 de la mañana entro con la bici en casa, con los ojos rojos de sueño y una sonrisa de oreja a oreja.

Lecciones aprendidas en este Brevet:

- Alimentándote, bebiendo y regulando se puede llegar lejos, muy lejos

- El arroz con leche es una buena idea, no se me olvidaré en la próxima

- Marcarte metas cercanas y pensar sólo en lo siguiente permite superar crisis.

- Diga lo que diga el tiempo lleva un bote pequeño de crema solar, no pesa mucho y en marzo te puedes quemar mucho con el sol.

- El plato pequeño es de inteligentes, no de globeros (al menos en los brevets)


Las fotos de esta entrada son de Roberto Fernández

El perfil y la ruta que han compartido los compañeros del CC Puertollano se puede ver aquí

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